Lecciones de la vida del digital

11 may 2010

Que no escriba en el blog no quiere decir que no piense, o que no me pase nada interesante, o sangrante más bien... ¡Sangrante de cojones!

Qué cuento primero ¿mis penas o las del vecino?...

Voy a por lo mío, y dejo al vecino tranquilo.
Pues eso, que estaba con la cámara en un concierto gratuito (arrancada estilo Eugenio, como adoro hacerlo)  que organizaban varios grupos de música en el Café Xesteira, aquí teneis el cartel:


Claro, como iba con flash externo de estos de pegar ostiazo de luz sin TTL, pues iluminaba mucho por donde pasaba. Uno de los organizadores, sino "EL ORGANIZADOR" (en plan título de película de Arnold Schwarzenegger) se percató de mi presencia, se acercó y comentó algo que, en resumidas cuentas, venía a decir esto:
-Como tú tienes cámara y yo no, pues dame las fotos, porque así me ahorras el darte dos ostias por vivir a cuenta de la sangre de mis hijos...
(continúa)
Me explico. El organizador del evento de los conciertos tenía a dos hijos formando parte de los grupos musicales que tocaban esa noche. En esto que se acerca y me suelta, con buenas palabras, que como él tenía su equipo fotográfico jodido (murmuró algo de que portaba una Canon 350D) pues si podía darle las fotos del concierto, a lo que yo respondí con la mejor sonrisa del mundo, pensando que ya tenía a mi primer cliente del día enfrente, que era freelance, que era autónomo, vamos, que andaba por mi cuenta. ¡Uf! Mal día para despertar.
Me agarró del brazo, y demasiado excitado a mi ver, me decía que eso de autónomo era "vivir de la sangre de los demás" y que sus hijos estaban arriba, en el escenario, y que yo me aprovechaba de ellos, asi que...
Yo a todo esto sonriendo como buenamente podía, porque, creedme, es una situación bastante jodida e incómoda el pasar, en segundos, de un "hola" amable, a escuchar como te ponen de verano.
Pues eso, que me cansé de escuchar sus perogrulladas. Después de varios minutos aguantando el tipo, le dije que se viniera conmigo fuera del recinto, no para retarlo a un duelo de pistolas, pero sí para oír mejor sus gilipolleces, porque todo esto que pasó fueron unos minutos tensos en los que este personaje se dedicaba a gritarme, la gente miraba hacia nosotros, y yo me sentía como un pelele sin ni siquiera haberle cruzado tres palabras entre su alud de suposiciones hacia mi.
En una zona apartada, ya fuera del concierto, le comenté que el concierto era gratuito, que el no tenía ningún derecho a recibir mi trabajo por la cara, que el único que podía pedirme acreditación y no cederme la entrada al recinto era el duenho de la sala donde estábamos (apuntar que el duenho me dijo "-estás en tu casa-" cuando le pregunte si podía hacer fotos) y que si seguía así, me iría para no escucharlo más.
Parece que no entienden que uno hace lo que hace con vistas a poder venderlo posteriormente o por el simple hecho de querer hacerlas para uno mismo. Me chocó que volcara en mi toda esa frustración de no poder hacerse con las fotos del evento. Hubo un momento que me dijo que no tenía derecho a hacer fotos de sus hijos, y yo pensando en porque no le iba a dar la vara a los que poblaban la sala con cámaras compactas y móbiles, o directamente a Rosa Veiga, una profesional como la copa de un pino, que además de trabajar esa noche para los medios, también hizo lo mismo que yo allí.
Bueno, pues llegó un punto en que para que se fuera y no me molestara más, tuve que sacar la tarjeta SD y decirle: -aquí la tienes, ¡llévatela!
Obviamente no la cojió, porque tampoco se la hubiera dado, pero la despedida de este hombre fue como la de alguien que volverá de entre los muertos para perseguirte toda la vida:
-Vale... Que te vaya bien, amigo. Que te vaya bien...
Solo le faltó reirse a modo psicópata y que un rayo cayera en ese momento.
Sangrante que se vanaglorie de organizador y que con esa excusa y por la jeta, se quiera hacer el rey de la noche conmigo. No son maneras, ni para él, ni para nadie.

Dejo colgadas algunas fotografías del evento, a ver si os gustan, y las cuelgo porque me sale de los píxeles:










Rosa Veiga trabajando.




Poseídos por Satán, como diría Alejandra Vacuii.
Raro es que alguien no tenga una cámara hoy día en un acto público como éste.

Rosa Veiga trabajando, otra vez.


Todas las fotografías son propiedad de © Oscar Pinal

3 comentarios:

Alejandra Vacuii 11 de mayo de 2010, 2:01  

Me ha hecho ilusión verme mentada por ahi arriba... si es que los tentáculos de Satán son escurridizos :P

Qué fuerte lo que comentas en el post, cuánta gentuza suelta, cuánto energúmeno y malnacido. Hasta las huevas estoy, de verdad que el asco que siento va a acabar conmigo un día de estos. Fuck.

Anónimo,  11 de mayo de 2010, 4:29  

Yo sinceramente hubiera usado el flash mas potente en su cara mientras estaba dicendo incoherencias hasta dejarlo ciego y al dia siguiente le iria a comprar un tiket a la Once,solo por caridad.Si no me toca me jodo y si me toca aunke sean solo 3 numeros me pillo 10 litros de gasolina pa hacer una nueva version de Freddy Kruger
PD:el anonimo es Yago,pero supongo ke te lo imaginarias.

Charlina 27 de mayo de 2010, 14:35  

Me encantan las fotos, creo que te infravaloró, te vio cada de chiquillo, y ya sabes, los chiquillos, las mujeres, y los negros, no hacemos nada que merezca la pena pagar...
Mejor que no gastes ni un segundo de tu vida, en escucharle, y en seguir pensando en la situación...
Me gustaría que puediese ver tu blog y las fotos que hiciste, y que una webcam nos lo trasmitiera en ese momento, para ve la cara de tontaina que se le pone...
Un bico...

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