Y me encontré con Julien, un ángel de la guarda, uno de esos samaritanos perdidos en la Bretanha Francesa. Dicen las malas lenguas que los franceses tienen mala ostia y que son bastante respondones, pero sinceramente, yo eso, todavía ni lo he visto, ni creo que lo veré.
¡Bonjour! ¡Merci! ¡Sil te ple!...
Nada que ver.
Prefacio de la siguiente, camino de Le Treport.
Ni idea qué es esto, pero por momentos pensé que aún no había salido de Galicia.
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